Overwatch, un producto transmedia, es el Juego del Año
TODOS LOCOS CON QUE LOS GAME AWARDS SON CUALQUIERA. Tratemos de explicar lo que pasa. Los videojuegos generaron casi 96 mil millones de dólares de ingresos este año. En la industria del entretenimiento no tiene rivales. Y lo que se premia en los Game Awards son títulos que pueden generar más ingresos, y que pueden hacerlo sostenidamente en el tiempo.
Dentro de eso, aquellos que son del gusto de la mayoría, y por supuesto, del gusto del mercado principal: EE.UU. Por eso ganó Overwatch, que además perfila como eSport (lo que más ingresos genera por lejos). En Argentina, los FPS no son el género favorito, y además según YouTube, justo Overwatch es el juego que menos presencia tiene. Nuestra comunidad está en otra (FIFA, LOL, y si tenemos un first person shooter favorito es CS:GO, el único que aparece en la lista).
Vi que muchos señalan que juegos como Firewatch o Inside deberían ser los GOTY (Game of the Year). Son juegazos pero: no son transmedia (hoy los productos de mayor suceso comercial y social son transmedia), y son, aunque sin duda geniales e innovadores, juegos pequeños, o independientes, que lejos están de abarcar grandes comunidades. Entonces, Game Awards no los premia, no en su categoría GOTY, porque es igual que Hollywood, que no te premia el cine de autor, o si lo hace es excepcional.
Así que casi nunca un argentino, y podemos asumir con confianza que tampoco otro latinoamericano, puede estar conforme con una premiación gringa. Son gustos y mercados distintos. La solución la conocemos desde hace años: organizar nuestro propio festival, hecho por nosotros al gusto de la región.
Aquí ganaría un RPG o una aventura gráfica. Nos gustan mucho más que los FPS (siempre hablando en términos generales), incluso los puzzles nos gustan más. No digo que los FPS no nos gustan, digo que nos gustan menos que otros géneros.
En Latinoamérica somos más carnales, más sentimentales y melancólicos, porque es una región castigada desde su origen. Hablando en términos generales, los juegos de guerra nos agradan, pero no nos apasionan. No hacemos un culto a las armas. No trasladamos nuestros miedos a enemigos imaginarios a los que finalmente vencemos. No reconocenos epicidad en eso. Así que la mayoría jugamos un rato a los FPS, pero enseguida nos pasamos a otra cosa.
Hace años que deberíamos tener una premiación propia para América latina. Yo lo intenté en uno que otro festival a lo largo de los años. Pero nos falta más unión, y el apoyo de las organizaciones que llevan la bandera de la industria como, en el caso de Argentina, ADVA y la recientemente nacida FUNDAV.
Un festival de premiación propio daría otros reconocimientos, y llamaría la atención del resto del mundo. Esto, a su vez, atraería inversiones y oportunidades de negocios, de publicación y de producción local que serían inéditas en volumen.
Si queremos madurar como industria desde el lado del consumo, que no es el mismo lado que el del desarrollo, nos queda un buen trecho por recorrer. Lo primero es reconocermos como lo que somos y qué piezas tenemos. Qué somos: gente con creatividad y muchas ganas de hacer, pero demasiado pendientes del resto del mundo. Nunca vamos a crecer si lo único que miramos está allá lejos y no en el suelo que pisamos.
Y las piezas que tenemos, son tres: consumo, desarrollo, prensa. En ese orden. Todas las piezas tienen que moverse en sincronía para que la máquina eche a andar. Todas encajan con todas. Si se mueve una, la otra también. ¡Son engranajes!
Actualmente, al menos en grandes aspectos, tenemos piezas separadas que se ignoran entre sí. Ni siquiera las vas a encontrar juntas en un mismo evento, salvo raras excepciones y nunca con un nodo que las concentre y las explique.
Todavía discutimos incluso si alguna de esas piezas «forma parte» de la industria. Y no hablar de los autores independientes, que merecen otro tratamiento. Ellos son la semilla, de ahí crecen las plantitas que alimentan la industria y sus tres engranajes.
Así que podríanos dejar de mirar al horizonte un rato, y decidirnos a unir las piezas para que la máquina empiece a soltar humo y traquetear, aunque sea a los tumbos, en dirección a un festival nuevo, pensado y hecho por nosotros, gamers latinoamericanos.